10 de julio de 2014

¿Qué nos enseña Trainspotting sobre las Toxicomanías? (I)

“Elige la vida. Elige un empleo. Elige una carrera. Elige una familia. Elige un televisor grande que te cagas. Elige lavadoras, coches, equipos de compact disc y abrelatas eléctricos. Elige la salud, colesterol bajo y seguros dentales. Elige pagar hipotecas a interés fijo. Elige un piso piloto. Elige a tus amigos. Elige ropa deportiva y maletas a juego. Elige pagar a plazos un traje de marca en una amplia gama de putos tejidos baratos. Elige bricolaje y preguntarte quién coño eres los domingos por la mañana. Elige sentarte en el sofá a ver tele-concursos que embotan la mente y aplastan el espíritu mientras llenas tu boca de puta comida basura. Elige pudrirte de viejo cagándote y meándote encima en un asilo miserable, siendo una carga para los niñatos egoístas y hechos polvo que has engendrado para reemplazarte. Elige tu futuro. Elige la vida... ¿pero por qué iba yo a querer hacer algo así? Yo elegí no elegir la vida: elegí otra cosa. ¿Y las razones? No hay razones. ¿Quién necesita razones cuando tienes heroína?”.




Mientras, huye de sus perseguidores y suena Lust for Life de Iggy Pop, el protagonista, Mark Renton, nos cuenta en este monólogo, toda una declaración de principios, nos cuenta por qué eligió la heroína.



Así comienza Trainspotting, película escocesa de Danny Boyle (1996). Inicio trepidante para una película generacional, cuya historia  gira en torno a unos jóvenes de Edimburgo adictos a la heroína. Película que está basada en la novela homónima de Irvine Welsh (1993). Durante sus 90 minutos de duración, y al igual que en la novela, observaremos aspectos relacionados con:
  • La etiología biológica, psicológica, social y familia
  • El consumo, dependencia y el síndrome de abstinencia. 
  • El tratamiento de las toxicomanías en general y de la heroína en particular. 
Por eso, desde EQF&TF, hemos decidido hacer una serie de post sobre Trainspotting analizando, tanto película como novela, y comparándola con distintos autores, poder profundizar en estos aspectos que nos pueden servir en nuestra práctica diaria.

Su acercamiento al mundo de la heroína está basado en primera persona y desde un punto de vista social. Y eso es porque el autor, Welsh, formó parte de los números jóvenes del barrio de Leith de Edimburgo que durante los años 80 fueron adictos, convirtiéndola en una de las capitales europeas con mayor incidencia del SIDA. 

En una entrevista reciente a El País reconoce que cuando regresó a Edimburgo, después de haber estado una temporada en Londres, acabó enganchado a la heroína durante dos años y medio. "Es algo de lo que me arrepiento, fue una época dura para mí y para los que me rodeaban", recuerda. "Estaba pasando un duelo. Acababa de morir mi padre, y salía de un fracaso amoroso. Quería liberarme, y acabé metido en la heroína. Pero supongo que logré que aquella experiencia funcionara para mí en un modo positivo". Y desde luego así fue, Welsh finalmente, eligió la vida. 

CONTINUARÁ...

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