18 de julio de 2014

¿Qué nos enseña Trainspotting sobre las Toxicomanías? (IV)


Seguimos con las causas de las adicciones en nuestro serial de verano sobre Trainspotting. Si el lunes vimos las causas biológicas y psicólogicas, el miércoles las sociales, hoy nos toca las familiares para cerrar el círculo. Siempre sin olvidar, como ya dijimos, que estas causas son una combinación de todos estos factores y que una sola no explica las razones para un tipo de adicción como de los que estamos hablando (Mark Renton y compañía.).

Fuente: http://desmotivaciones.es 


Y en un blog dedicado, entre otras cosillas, a la Terapia Familiar, no podemos olvidar el papel de la familia. Los primeros estudios sobre familias de drogadictos se centraron principalmente en la descripción de los diferentes roles que, tanto el padre como la madre del drogadicto, parecían ejercer, condicionando su relación con el adicto, resaltándose la figura del padre como débil, pasivo-agresivo y/o emocional y físicamente ausente, siendo descrito el de la madre como masoquista y excesivamente involucrada con el adicto (Schwartman, 1975, Seldin, 1972). (Orte, C., 1994, P. 28).

Visionando la película podemos sacar escasas conclusiones del papel de la familia de Renton como causa y/o mantenedor de la adicción. La novela nos da alguna pista y partimos de hipótesis sistémicas como que los drogadictos protegen las relaciones parentales, ya que su problema desvía la atención de otras áreas de conflicto parental, con lo cual, el drogadicto mantiene las relaciones entre los padres manteniendo así el sistema familiar (Klagsburn & David, 1977, Stanton et al., 1978). (Orte C., 1994, P. 31). Trainspotting nos presenta a unos padres que están viendo concursos televisivos como única distracción, de la que podemos suponer una falta de comunicación que podría existir antes de la llegada de la heroína a la familia. Los padres del drogadicto, según este modelo, tienen problemas de pareja exacerbados por su incapacidad para comunicarlos. El problema de drogas del hijo se convierte así en un área de unidad familiar, lo que permite a los padres estar juntos y a la vez ignorar el foco de desacuerdo marital en otras áreas (Stanton et al., 1978, p. 138).

La heroína se convierte, así, en el canal de comunicación y de relación entre los miembros como podemos ver en este ejemplo de la novela: « ¡Mark! ¡Mark! ¡Contesta! ¡Sé que estás ahí, hijo! ¡Sé que estás ahí dentro!» Es mi madre. Hace bastante que no he visto a mamá. Estoy aquí tumbado a sólo unos pasos de la puerta, que da a un estrecho pasillo que lleva a otra puerta. Tras esa puerta está ella. « ¡Mark! ¡Por favor, hijo, por favor! ¡Abre la puerta! ¡Soy tu madre, Mark! ¡Abre la puerta!» Suena como si mamá estuviera llorando. Quiero a mi madre, la quiero demasiado, pero de una forma que me resulta difícil definir, de una forma que hace difícil, casi imposible, decírselo de verdad alguna vez. Pero con todo la quiero. Tanto que no quiero que tenga un hijo como yo. Ojalá pudiera encontrarle un sustituto. Me gustaría porque no creo que cambiar sea una de mis opciones. No puedo ir hasta la puerta. Imposible. En vez de eso, decido prepararme otro chute. Mis centros neurálgicos dicen que ya es la hora. (P. 52).

Otra hipótesis es la de la pseudoindividuación traída por Orte (1999) citando a varios autores: Klagsburn & Davis (1977) así como Stanton et al. (1978) y otros autores, subrayan en sus trabajos que los drogadictos protegen las relaciones parentales, ya que su propia problemática desvía la atención de otras áreas de conflicto parental, con lo cual el drogadicto mantiene las relaciones entre los padres, manteniendo así el sistema familiar. Stanton et al. (1978), señalaron que el rol del drogadicto en la familia permite que otras áreas de conflicto sean ignoradas. Stanton (1979) y Stanton et al. (1980), señalan que el adicto intenta mantener el equilibrio familiar a la vez que intenta ser autónomo e independiente de su familia, lo que produce lo que Stanton llama una "pseudoindividuación", es decir, según estos autores, la situación de adicción permite al individuo no dejar a su familia, pero tampoco estar con ella (P. 31). De esta hipótesis tenemos un ejemplo cuando la madre decide que va desenganchar a Renton y lo convierten en una lucha común: «Yo te ayudaré, hijo. Te ayudaré a luchar contra esta enfermedad. Te quedarás aquí conmigo y con tu padre hasta que estés mejor. ¡Vamos a vencerla, hijo, vamos a vencerla!» (P. 163).

Una tipología familiar clásica de las toxicomanías es la de Luigi Cancrini (1996). Según el psiquiatra romano habría tipo de familias:
  • Traumáticas. El consumo cubre algún trastorno de ajuste o adaptación (duelos, pérdidas, desvinculación...). Podría servirnos como ejemplo la que nos definía el propio Irvine Welsh, hablando de su experiencia personal, en la primera entrada de este serial.
  • De área neurótica. Relacionada con los procesos de adaptación dificultosos, roles parentales, estilos educativos deficientes...
  • Psicosis y personalidad límite. Los padres suelen estar sobreimplicados en la toxicomanía o en la vida privada del hijo. Difíciles de tratar.
  • Sociopáticas. Normalmente se corresponde con familias multiproblemáticas. Comportamientos antisociales antes de la toxicomanía. El uso de la droga para anestesiar el desarraigo.

¿En qué categoría pondrías a la familia Renton? Nos gustaría tener tu opinión. Nosotros tenemos la nuestra, pero lo dejamos para otro día en el que, por cierto, hablaremos del consumo en sí.

Continuará... 

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