25 de julio de 2014

¿Qué nos enseña Trainspotting sobre las Toxicomanías? (y VI)

Acabamos ya esta serie veraniega sobre Trainspotting. Y lo hacemos, como no, con el tratamiento. Muchas veces se dice que hay que tocar fondo para hacer un cambio. Y eso es precisamente lo que le ocurre a nuestro protagonista. En el post anterior, dejábamos a Mark Renton, en medio de una sobredosis mientras sonaba “Perfect Day” de Lou Reed. Y es, precisamente este momento que ve la muerte de cerca, lo que lleva a Mark Renton, mejor dicho a su familia, a comenzar un tratamiento para desengancharse de la heroína.

Fuente:  www.circulaseguro.com


No era la primera vez que lo intentaba, la historia es un constante intento de salir de este mundo VS justificarse para seguir dentro. La primera, es al principio, por él mismo: “Diez latas de sopa de tomate Heinz, ocho latas de crema de champiñones (todas para consumir frías), un gran bote de helado de vainilla (que dejaré derretir para bebérmelo), dos botellas de laxante, un frasco de paracetamol, un paquete de pastillas Rinstead para la boca, un frasco de multivitaminas, cinco litros de agua mineral, doce bebidas isotónicas Lucozade y algunas revistas: porno blando, Viz, Scottish Football Today, The Punter, etc. El artículo más importante ya me lo procuré durante una visita al hogar familiar; la botella de Valium de mi madre, sustraída del armario del cuarto de baño. No me hace sentir mal. Ahora nunca los usa, y si los necesitara, su edad y su sexo dictarían que el memo de su médico se los recete como si fueran gominolas. Tacho amorosamente todos los artículos de mi lista. Va a ser una semana dura (P. 15).

Aunque el tratamiento más extendido en la deshabituación de la heroína es la metadona, tratamiento que, por cierto, falló en la película, ya que lo había comenzado justo antes de la sobredosis. (40’ 00’’). Así de irónico explica Renton al juez, cuando fue detenido por un hurto, cómo es su tratamiento: «Gracias, señoría. Tengo más que presente la decepción que he causado a mi familia y mis amigos y que en estos momentos estoy desperdiciando el valioso tiempo de este tribunal. No obstante, uno de los elementos clave de la rehabilitación es la capacidad de reconocer la existencia del problema. He asistido regularmente a la clínica, y sigo una terapia de mantenimiento, al habérseme recetado metadona y temazepam. He dejado ya de llamarme a engaño. Con la ayuda de Dios, venceré esta enfermedad. Gracias otra vez.» (P. 144).

La rehabilitación basada en la metadona siempre ha sido tema de debate entre los clínicos. Como ejemplo, sirva la opinión de Olivieri (2001, P. 185): “Ningún tratamiento de sustitución, si no está encaminado a la recuperación del drogodependiente, conduce a largo plazo a ningún resultado. Se trata únicamente de que un drogadicto continúe con su drogadicción y que incluso llegue a pensar que su tratamiento es lícito y que, por consiguiente, puede seguirlo indefinidamente. De ahí a la legalización de las drogas hay un solo paso”.

Por ello, es necesario un trabajo de rehabilitación centrado en la persona, individualizado que conlleve la integración de la persona adicta a la sociedad. En la película no tratan este tema, pero en la novela un capítulo es dedicado a un trabajo psicosocial con Renton. Primero desde el psicoanálisis: “De todas formas sí que aprendí algunas cosas, basándome en las revelaciones de Forbes y mis propias investigaciones del psicoanálisis y de cómo mi comportamiento debería ser interpretado. Tengo una relación sin resolver con mi hermano muerto, Davie, pues he sido incapaz de desentrañar o expresar mis sentimientos acerca de su catatónica vida y subsiguiente muerte. Tengo sentimientos edípicos hacia mi madre y unos celos latentes sin resolver hacia mi padre. Mi conducta con el jaco es de tipo anal, en busca de atenciones, sí, pero en vez de retener las heces para rebelarme contra la autoridad familiar, me meto jaco en el cuerpo para reivindicar el poder sobre él de cara a la sociedad en general. Vaya mamoneo, ¿eh?”. (P. 159).

Después por el conductismo: “La psicóloga clínica Molly Greaves tendía a observar mi conducta y las formas de modificarla, en vez de determinar sus causas. Parecía como si Forbes hubiese hecho lo suyo, ahora era el momento de corregirme. Entonces fue cuando empecé con el programa de reducción, que sencillamente no funcionó, seguido por el tratamiento de metadona, que me hizo empeorar”. (P. 159).

Y para acabar, nuestro querido Trabajo Social: “Tom Curzon, el consejero de la agencia para las drogas, un tío con un trasfondo más de trabajo social que médico, estaba metido en terapias rogerianas centradas en el cliente (…) Me despreciaba a mí mismo y al mundo porque no quería enfrentarme a mis limitaciones y a las de la vida misma. La aceptación de limitaciones derrotistas parecía pues constituir la salud mental, o el comportamiento no desviado. El éxito y el fracaso significan simplemente la satisfacción y la frustración del deseo. El deseo puede ser predominantemente intrínseco, basado en nuestros impulsos individuales, o extrínseco, estimulado primordialmente por la publicidad, o los modelos de conducta social tal y como nos son presentados por los medios de comunicación y la cultura popular. A Tom le parece que mi concepto del éxito y el fracaso sólo opera a un nivel individual más que a un nivel individual y social. Debido a esta incapacidad en reconocer las recompensas sociales, el éxito (y el fracaso) sólo pueden ser experiencias pasajeras para mí, puesto que esa experiencia no puede apoyarse en la concesión socialmente organizada de la riqueza, el poder, el estatus, etc., ni, en caso de fracaso, en los estigmas o el reproche”. (P. 160).

http://personalidadupn.blogspot.com.es/ 


Y, al final lo consigue cuando, haciendo caso a su amiga, encuentra algo nuevo. Se va a Londres, rompe con su entorno, consigue trabajo, se desengancha finalmente (58’ 20). Aunque el entorno le persigue, le visitan en Londres, le meten en un trapicheo, le hace recaer… Pero Renton quiere acabar con esto, les traiciona, algo que impida volver a Edimburgo e, incluso, a Gran Bretaña: "Me lo he justificado a mí mismo de todas las maneras. Que no era para tanto, solo una pequeña traición, o que nuestras vidas habían ido por caminos cada vez más distintos, ese tipo de cosas. Pero afrontémoslo, les di el palo a mis supuestos colegas. A mí Bergbie me importaba una mierda, y Sick Boy, él me habría hecho lo mismo si se le hubiese ocurrido primero, y Spud, bueno, vale, lo sentí por Spud, él nunca le hizo daño a nadie. Entonces, ¿por qué lo hice? Podría ofreceros un millón de respuestas, todas falsas. Lo cierto es que soy una mala persona, pero eso va a cambiar, yo voy a cambiar. Es la última vez que hago algo así. Ahora voy a reformarme y dejar esto atrás, ir por el buen camino y elegir la vida. Estoy deseándolo, voy a ser igual que vosotros. El trabajo, la familia, el televisor grande que te cagas, la lavadora, el coche, el equipo de compact disc y el abrelatas eléctrico, buena salud, colesterol bajo, seguro dental, hipoteca, piso piloto, ropa deportiva, traje de marca, bricolaje, teleconcursos, comida basura, niños, paseos por el parque, jornada de nueve a cinco, jugar bien al golf, lavar el coche, jerseys elegantes, navidades en familia, planes de pensiones, desgravación fiscal... ir tirando mirando hacia delante hasta el día en que la palmes.".


Un final abierto, ya que la heroína es un “amigo” muy fiel, siempre te acompañará aunque tú la abandones, siempre dispuesta a volver contigo cuando tengas un problema o, simplemente, quieras pasártelo bien. “Como dijo Harry Lauder, sólo pretendo continuar así hasta el final del camino...” (P. 162).

FIN

1 comentario:

sopaspesadas dijo...

Hasta que no vives la adicción a la Heroína .... no ves el verdadero significado de esclavitud