En el marco del III Congreso de Trabajo Social de Aragón que se celebró el pasado mes de septiembre el World Trade Center de Zaragoza, el Colegio nos encargó la dinamización de un taller sobre el diagnóstico social a Nuria Sastre y a un servidor. Todo un reto.
Primero, por
ser una fase tan crucial dentro de nuestro proceso de intervención y, segundo,
porque pocos aspectos presentan tan poco confusión entre los profesionales
debido a una escasa bibliografía disponible sobre el tema.
Lo que pretendimos, más que dar una clase magistral, fue guiar y acompañar al grupo a que reflexionara sobre la práctica y sacar conclusiones comunes.
A partir de la primera escena de la película “Techo y Comida” (del
Castillo, JM, 2015), en la que podemos ver la entrevista de una trabajadora
social cómo despacha como prisa y mala praxis a una mujer con evidentes
necesidades sociales, comenzamos un debate en pequeños grupos que luego
compartimos en el grupo extenso, además de un Kahoot para romper el hielo. Las
preguntas que guiaban este debate fueron:
o ¿Realizas
(casi) siempre el diagnóstico social dentro del proceso de una intervención
social?
o
Dificultades os encontráis para hacer el diagnóstico
social en el día a día
o
¿Qué diagnóstico realiza la trabajadora social del
vídeo?
o
A tu juicio, ¿qué consideras que ha hecho peor la
trabajadora social del vídeo?
o
¿Qué razones le hacen actuar así?
o
¿Qué diagnóstico haríais del caso del vídeo?
o ¿Crees que
el Trabajo Social necesita una clasificación de diagnósticos sociales tipo
medicina?
o ¿Crees que
el usuario-grupo-comunidad debe participar en la elaboración del diagnóstico
social?
Decir
que la participación superó, en gran medida, nuestras expectativas. No sólo por
el número (más de 30 personas), sino por la calidad de las intervenciones.
Además tuvimos el privilegio de contar entre los participantes con María JoséAguilar que, entre otras muchas cosas, es coautora junto con Ezequiel Ander Egg
de la obra "Diagnóstico Social" (1999). Una obra que había sido principal para la
preparación de este taller. El caso práctico que habíamos preparado,
precisamente, salía de esas páginas que a continuación mostramos.
Lo
que no contábamos era que la propia trabajadora social (la propia María José
Aguilar) que había conducido en su día el caso, le diera vida propia contando
su experiencia y cómo se realizó el diagnóstico social compartido con esta
familia. Pudimos palpar la dinámica familiar, la interacción trabajadora social
– usuarios, el respeto, la empatía. Es decir, todo aquello que hace del Trabajo
Social una disciplina que promueve el
cambio y desarrollo social, la cohesión social y la liberación de las personas
(FITS, 2000).
Finalmente
el grupo, definió el cómo se hace, qué debemos tener en cuenta. Las diferencias
entre la intervención y el diagnóstico en individual/familia, grupal y
comunitaria. Y enfatizando la idea que es una fase claramente diferenciada. La
presión asistencial, la generalización nos puede llevar a cometer el error de
investigar y planificar a la vez, saltándonos una fase crucial.
Así,
cuando no elaboramos buenos diagnósticos los
programas y proyectos que se diseñan suelen estar desconectados de la realidad
concreta, disminuyendo considerablemente la potencial eficacia de la
intervención, además de carecer de una estrategia de acción adecuada a las
circunstancias específicas que se afrontan (Ander Egg, E. y Aguilar, MJ,
1999).
Finalizamos
como empezábamos, con otra escena de “Techo y comida”, pero esta vez más
referida al Trabajo Social Comunitario, para acentuar que siempre tenemos que
tener la visión micro y la macro en nuestras intervenciones.
Durante
la sesión formativa, constatamos la importancia de la diagnosis a nivel
comunitario, donde intervinieran los diferentes agentes que participan en el
acompañamiento de casos.
Desde
quién los realiza, como se realiza y cuál es la metodología más coherente para
elaborarlos. En
resumen, el taller fue un momento constructivo y participativo, donde el
aprendizaje mutuo fue la consigna del día.
Sergio Siurana y Nuria Sastre
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